EL AUTOENGAÑO ES FELICIDAD

Un estudio académico, revelado el 23 de enero por Jornal de Noticias, demuestra que los jóvenes recurren a las redes sociales para escapar de la depresión o, como mínimo, para aliviar sentimientos de culpa, ansiedad y frustración. ¿Por qué? 

Como dicen los influencers de TikTok, se trata de ser «delulu» (delirante). Significa estar fuera de sí, alcanzar la felicidad imaginando algo. Es el autoengaño. En este contexto, los propios tiktokers formularon una nueva máxima: «el delulu es el solulu». En otras palabras, el autoengaño es la solución… a la felicidad. Por eso no es de extrañar que los líderes políticos que prometen el mundo tengan más tirón en las redes sociales. El que cuenta un cuento suma un punto, al menos en las encuestas. El autoengaño se sirve en grandes dosis a quienes tienen hambre de cambio.

En el nuevo mundo digital, la felicidad está a menudo desconectada de nuestra realidad concreta. Como explica la joven Alex Rae Smith, que se autodenomina «mentora» en TikTok, lo que la gente necesita es recrear mentalmente su vida. «Mi reto para hoy es simplemente pensar en la realidad tal y como quieres que sea. Si lo haces durante 24 horas, te sorprenderá la magia de la experiencia», dice Smith, que incluso tiene una clase magistral sobre el tema en su página web. La clase cuesta 99 dólares, un precio muy razonable para la cantidad de felicidad prometida.

Quienes no navegan por este mundo virtual de los jóvenes no pueden ni deben ignorarlo. Pretender que no existe o que su expresión es mínima es autoengaño al cuadrado. La adicción psicológica a las redes sociales y a los conceptos de felicidad que en ellas se transmiten no es ni más ni menos grave que la adicción al alcohol o al juego. Existe y hay que contrarrestarla. ¿Cómo? Debatiendo el problema e invirtiendo en alfabetización mediática. Por tanto, hay que descartar la censura y profundizar en la pedagogía.

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Pedro Araújo, periodista portugués, es el editor ejecutivo adjunto del Jornal de Noticias.

Este artículo se publicó originalmente en el Jornal de Noticias, con cuya autorización reproducimos aquí. En este enlace puede ver la versión original en portugués.