EditoRed

ASOCIACIÓN DE EDITORES DE MEDIOS DE COMUNICACIÓN DE LA UE Y AMÉRICA LATINA

EL PAPEL DE LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL EN LA ELABORACIÓN DE CONTENIDOS PERIODÍSTICOS​

MIGUEL ÁNGEL GARCÍA

EL PAPEL DE LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL EN LA ELABORACIÓN DE CONTENIDOS PERIODÍSTICOS

(Este texto es la ponencia que Miguel Ángel García expuso en el VII Congreso de Editores de Medios de la Unión Europea, América Latina y Caribe, desarrollado del 18 al 21 de marzo de 2024 en Madrid y Bruselas)

Una de las cuestiones que en estos momentos más influyen en la labor periodística es el papel de las tecnologías. Yo en concreto voy a hablar sobre el de la Inteligencia Artificial.

Aunque antes, más allá de cómo esta está ya influyendo en nuestra profesión, me gustaría comenzar destacando lo difícil que resulta asimilar y procesar la gran cantidad de informaciones de todo tipo, relacionadas con la inteligencia artificial, que a diario nos llegan a las redacciones. Las hay más llamativas, de aplicación más general, y otras que aun siendo más concretas también despiertan el interés y las dudas de los periodistas; el caso es que unas y otras reconfirman algo que ya sabíamos, pero que a veces olvidamos: estamos inmersos en la IV gran revolución, la revolución tecnológica, de la que el desarrollo de la Inteligencia Artificial es ahora su punta de lanza.

Esta ingente cantidad de informaciones sobre IA que llegan a los periódicos a diario está directamente relacionada con el aumento que se está produciendo en el registro del dominio .ai en todo el mundo. De hecho, el pasado mes de febrero este dominio se disparó un 378% respecto a enero.

Si bien la extensión .com continúa siendo el líder absoluto con más de 160 millones de dominios registrados sobre un total de más 350 millones, el avance del dominio .ai nos da cuenta del crecimiento de productos y servicios relacionados con la IA que hay detrás y que están llegando al gran público en cuestión de semanas.

Es más, inicialmente la extensión .ai fue asignada al Estado de Anguila, y el Gobierno de este pequeño país decidió liberarlo 14 años después, en 2009, abriendo su uso a todo el mundo. Como consecuencia, este pequeño país del Caribe, con una superficie similar a la mitad de la ciudad de Washington, y con una población de apenas 16.000 habitantes, ha encontrado en el registro de dominios una de sus principales fuentes de ingreso, previendo superar los 28 millones de euros este año, casi el 10% de su PIB.

Y es que el desarrollo de la Inteligencia Artificial es ya una realidad que apenas estamos empezando a entender, y nosotros, como periodistas, estamos obligados a conocerla, así como a analizar sus repercusiones y también a informar a la sociedad de sus usos y a asistirles en el proceso fundamental de familiarizarse con ellas.

La IA generativa es, para muchos tecnólogos, un punto de inflexión en la humanidad. Se trata de un sistema computacional capaz de generar conocimiento y de realizar prácticamente cualquier tarea humana con un nivel de implementación mucho más rápido y disruptivo de lo que supuso internet.

Centrándolo en el mundo de los medios, ya son muchos los periódicos y revistas de todo el planeta los que emplean la inteligencia artificial generativa para ser más productivos. Y gracias a su aportación, en estos medios los periodistas humanos pueden investigar más y dejar de lado otras labores más documentales.

El Worcester Journal de Berrow está considerada una de las publicaciones más longevas del planeta. La revista, publicada por primera vez en 1690, funciona en la actualidad como una hoja gratuita semanal impresa, también disponible online, que contiene noticias de la ciudad inglesa de Worcester.

El caso es que esta cabecera es una de las publicaciones alojadas por el segundo editor de noticias regional más grande del Reino Unido, que ha apostado por contratar periodistas asistidos por IA para informar sobre noticias locales. Su realidad resulta muy ilustrativa para enmarcar el fenómeno a escala global.

Los periodistas asistidos por IA de este semanario británico utilizan una herramienta de redacción interna basada en la tecnología ChatGPT; un chatbot mejorado que se basa en información extraída de textos en Internet. 

Los periodistas ingresan “contenido confiable”, que se podría describir como mundano pero necesario, como actas de comités, que este instrumento transforma en una noticia concisa con lo más relevante y esencial del documento que describe y sintetiza.

Mientras el reportero asistido por tecnología de IA produce contenido básico, otros periodistas del equipo de redacción de esta publicación gozan de libertad para ir a los tribunales, reunirse con un concejal o asistir a un evento. Esta tecnología complementa el trabajo tradicional del periodista, al tiempo que pone en valor el factor humano del contador de historias periodístico. Como comenta su responsable, “la IA no puede estar en el lugar de un accidente, en un tribunal, en una reunión del consejo, no puede visitar a una familia en duelo o mirar a alguien a los ojos y decirle que está mintiendo. Lo único que hace es liberar a los periodistas para que puedan hacer más de eso”.

Y precisamente esa es la gran pregunta que se hacen hoy en día la mayoría de editores de todo el mundo. En lugar de rehuirla o tenerle miedo, y teniendo en cuenta que está aquí para quedarse, ¿cómo podemos aprovecharla?

Un beneficio clave de la aplicación de la IA en el periodismo es la mejora de la precisión. Los algoritmos pueden analizar grandes cantidades de datos procedentes de diversas fuentes, identificando tendencias y patrones que podrían pasar desapercibidos para los periodistas.

Así pues, si se emplea adecuadamente este recurso, nos podremos encontrar que esta tecnología posibilita una presentación más completa y precisa de los eventos, noticias y realidades que relata, elevando así la calidad del análisis de la información proporcionada a los lectores.

Además, la producción de noticias mediante IA abre la posibilidad de una democratización en la cobertura de noticias. Ejemplos como el del News Corp Australia, que produce miles de artículos semanalmente utilizando IA generativa, o del periódico local de Nottinghamshire, en Reino Unido, que experimenta con la IA para generar resúmenes de artículos extensos, demuestran cómo incluso medios más pequeños pueden beneficiarse de esta tecnología, aportando más y mejores recursos a sus lectores, al tiempo que incrementando su productividad y eficiencia.

En el contexto de España, diversos medios de comunicación ya están aprovechando la IA para mejorar su eficiencia y calidad. Por ejemplo, Medusa, un proyecto pionero de Vocento, utiliza periodismo automatizado para generar información sobre la situación de playas y pistas de esquí.

Por su parte, el Confidencial cuenta con el bot AnaFut, “una robot en forma de algoritmo” que oficia como periodista deportiva y que en la presentación de su perfil “presume” de objetividad, hasta el punto de que anuncia que sus crónicas se estructuran únicamente a través de datos, no de consideraciones subjetivas. Su trabajo se centra pues en la escritura automática de crónicas deportivas, mientras que RTVE, en colaboración con la agencia EFE y la startup Narrativa, lleva a cabo un proyecto piloto para la redacción automática de textos y la automatización audiovisual.

También en el ente público, en Radio 3 Extra, RTVE ha lanzado ‘Hiperia’, un programa de contenido audiovisual innovador creado íntegramente por inteligencia artificial. Este comunicador virtual aborda semanalmente temas de música y cultura popular joven, siendo pionero en España y Europa. La IA generó el personaje y su voz, así como el guion y contenido de cada programa, que es verificado íntegramente por redactores de la cadena.

A pesar de estos y otros muchos casos prácticos, la falta de confianza en la IA sigue siendo un tema por resolver en el periodismo, donde se reconoce que la IA puede acelerar la resolución de tareas repetitivas, pero donde somos muy conscientes de que su uso puede plantear desafíos éticos, sesgos en la generación de contenidos o conflictos con los derechos de autor.

En este sentido, el profesor Matthew Kirschenbaum de la Universidad de Maryland, advierte de lo que él llama “el Apocalipsis Textual” al considerar que la inteligencia artificial mercantiliza la idea de contenido y que lo devalúa, frente a lo que propone lo que llama “derecho de crédito”, que es “el derecho a recibir crédito por contribuciones a una cadena de inspiración colaborativa, creación y recomendación de trabajos creativos”. En definitiva, el reconocimiento a aquellas fuentes que inspiran, o de las que beben, las IA para hacer su trabajo.

En relación con estas fuentes de inspiración, recordemos que el pasado mes de diciembre el New York Times presentó una demanda contra OpenAI y contra Microsoft por violación de derechos de autor, ya que las dos tecnológicas han utilizado millones de artículos de su propiedad para entrenar a sus grandes modelos de lenguaje de ChatGPT y Copilot, respectivamente.

La demanda no hacía referencia a ninguna suma de dinero exacta, aunque recoge que los demandados deberían responsabilizarse de «miles de millones de dólares en daños y perjuicios legales y reales» relacionados con «la copia y uso ilegales de las obras de singular valor del Times» y se les solicita que destruyan cualquier modelo de chatbot y los datos de entrenamiento que usen su material con derechos de autor.

Siguiendo con la parte más negativa de la IA, Danielle Coffey, la presidenta y directora ejecutiva de News/Media Alliance (N/MA), que representa a más de 2.200 editores de noticias, revistas y medios digitales en Estados Unidos, incide en la competencia desleal que estos productos hacen al periodismo. Textualmente afirma que “los resultados de IA a menudo contienen resúmenes, extractos e incluso copias textuales completas de artículos escritos y verificados por periodistas humanos. Estos productos compiten en el mismo mercado, con la misma audiencia y tienen el mismo propósito que los artículos originales”.

Y ante esta situación propone el desarrollo de medidas de transparencia en torno al uso de materiales protegidos por derechos de autor en las tecnologías IA, ya que considera que el público debería saber en qué se entrenaron los modelos de IA y, si así lo desea, realizar las evaluaciones necesarias para seleccionar modelos más fiables o de origen más ético. Y, por su parte, los editores tienen derecho a saber quién copió su contenido y para qué lo utiliza. 

Para concluir, me gustaría poner encima de la mesa un reciente estudio de la compañía Randstad, dedicada a los recursos humanos, que ha calculado que la progresiva incorporación de las herramientas de inteligencia artificial en las empresas españolas podría suponer la desaparición de 2 millones de empleos hacia 2033.

La contraparte de esta ecuación es que, a su vez, existe el potencial de que se generen nuevas oportunidades laborales, que estima en un millón seiscientos mil puestos de trabajo, a partir del uso de esta tecnología. Con lo cual, los analistas consideran que los cambios en el mercado laboral podrían implicar la pérdida de cerca de 400.000 empleos netos en los próximos diez años nuestro país.

En resumen: la integración de la inteligencia artificial en el periodismo,  abre posibilidades muy interesantes. La IA no solo optimiza la eficiencia y precisión en la creación de noticias, sino que también libera a los periodistas humanos de tareas complejas y mecánicas como el análisis y la verificación de datos. Y aunque existen desafíos éticos, legales, laborales o preocupaciones por los sesgos, lo cierto es que las empresas editoriales debemos hacer un esfuerzo por solucionar los distintos dilemas que su aplicación supone y adaptar nuestra profesión a su irrupción. Entre todos tenemos que ser capaces de evitar que este meteorito de grandes dimensiones no solo no acabe con la vida de esta vieja e imprescindible profesión, sino que además ayude a hacerla más sostenible, más ágil, más creíble y de mayor calidad.

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MIGUEL ÁNGEL GARCÍA, periodista español, es director del diario Escudo Digital, asociado a EditoRed.

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