DE LÍDER POCO CARISMÁTICO A PRIMER MINISTRO DEL REINO UNIDO: ¿QUIÉN ES KEIR STARMER?
Descrito por sus detractores como aburrido y poco carismático, Keir Starmer logró transformar el Partido Laborista hasta el punto de llevarlo a una victoria abrumadora en la legislatura y abrirle las puertas del número 10 de Downing Street.
El que actuaba como principal partido de oposición británico espera que esto sea exactamente lo que el Reino Unido necesita después de 14 años de liderazgo conservador.
Starmer ha reorientado el partido desde la izquierda hacia el centro político con el mensaje a los votantes de que un gobierno laborista reformará, pero sin radicalismo.
«Un voto por los laboristas es un voto por la estabilidad económica y política», subrayó Starmer en mayo, después de que el primer ministro, el conservador Rishi Sunak, convocara elecciones.
Starmer se convirtió en el primer Primer Ministro laborista desde 2010.
Él fue fiscal general de Inglaterra y Gales entre 2008 y 2013, y suele ser caricaturizado por sus opositores como un “abogado de izquierdas de Londres”.
Fue nombrado caballero por la reina Isabel II por su papel al frente de la Fiscalía de la Corona, y a sus oponentes conservadores les gusta usar este título para presentarlo como elitista.
Casado y con dos hijos adolescentes, a Starmer le gusta resaltar sus credenciales de hombre sencillo, especialmente su pasión por el fútbol y su apoyo al club londinense Arsenal, y sus raíces de clase trabajadora.
«Mi padre era fabricante de herramientas y mi madre era enfermera», repite a menudo.
Sus padres, activistas sindicales, le pusieron el nombre del fundador del Partido Laborista, Keir Hardie.
Criado en una familia de pocos recursos económicos en un pequeño pueblo de las afueras de Londres, fue el primer miembro de su familia en ir a la universidad, estudiando Derecho en las Universidades de Leeds y Oxford.
Starmer practicó la abogacía en Derechos Humanos antes de ser nombrado Fiscal General.
SU INGRESO A LA POLÍTICA
Su entrada en política fue tardía, a los 52 años, cuando fue elegido diputado por la circunscripción londinense de Holborn y St. Pancras en 2015, en unas elecciones ganadas por los conservadores por mayoría absoluta.
Un año después, Keir Starmer formó parte de una rebelión contra el entonces líder del Partido Laborista Jeremy Corbyn, tras el referéndum sobre la salida del Reino Unido de la Unión Europea (UE), proceso conocido como ‘Brexit’.
A pesar de las críticas, se convirtió en portavoz del Partido Laborista en cuestiones relacionadas con el ‘Brexit’, al que votó en contra, pero que no piensa revertir.
Los críticos aludieron a esto para acusarle de falta de principios políticos, pero sus partidarios defendieron el pragmatismo ante la falta de voluntad de los británicos para reabrir una discusión que dividió a las familias y al país.
EL LÍDER LABORISTA
Después de que Corbyn llevara al Partido Laborista a derrotas electorales en 2017 y 2019, esta última la peor desde 1935, Starmer fue elegido para rehabilitar al «laborismo».
Su liderazgo coincidió con un período turbulento en el que el Reino Unido atravesó la pandemia de Covid-19, abandonó la UE, sufrió el shock económico provocado por la invasión rusa de Ucrania y vio el turbulento mandato de 49 días de Liz Truss como Primera Ministra, en 2022.
Este período dejó a los votantes exhaustos por el aumento del costo de vida, las huelgas del sector público y el caos político que vio al Partido Conservador despedir a dos primeros ministros, Boris Johnson y Truss, en el espacio de unas semanas antes de instalar a Rishi Sunak para intentar estabilizar el país.
“PAÍS ANTES QUE PARTIDO”
Starmer impuso disciplina a un partido con reputación de divisiones internas, abandonó algunas de las políticas más socialistas de Corbyn y se disculpó por el antisemitismo que, según una investigación interna, había sido generalizado en años anteriores.
Starmer prometió «un cambio de cultura en el Partido Laborista» y adoptó el lema: «País antes que partido».
El año pasado, cuando el periódico británico The Guardian le preguntó cuál había sido el peor trabajo que había tenido, respondió: «Líder de la oposición».
«Como líder de la oposición, no estás en el poder y es el trabajo más frustrante que he tenido jamás, y espero no tenerlo por mucho más tiempo», dijo en ese momento.
El desafío de Starmer fue persuadir a los votantes de que un gobierno laborista puede resolver la crisis inmobiliaria crónica del Reino Unido y reparar los servicios públicos en problemas, especialmente el servicio de salud, pero sin aumentar los impuestos ni empeorar la deuda pública.
Algunos miembros del ala izquierda laborista se han quejado del enfoque centrista y de lo que consideran políticas poco ambiciosas.
Starmer diluyó su promesa de gastar miles de millones de libras en tecnología verde y se abstuvo de la idea de abolir las tasas universitarias para no poner en riesgo las finanzas públicas.
Los analistas compararon estas elecciones con las de 1997, cuando Tony Blair llevó al Partido Laborista a una victoria aplastante tras 18 años de gobierno conservador, aunque recuerdan que Blair era más carismático.
Para algunos, esta personalidad endurecida de Starmer no es un problema, sino una ventaja y una especie de «antídoto» contra los populistas Liz Truss y Boris Johnson.
«El mensaje es que puede que no sea del agrado de todos pero, teniendo en cuenta todo lo que ha pasado con los ‘Tories’ [conservadores], un periodo de calma y estabilidad representará, en sí mismo, un cambio radical», escribió el periodista y el columnista Jonathan Friedland de The Guardian.
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Este artículo fue publicado inicialmente en TSF Radio Noticias, con cuya autorización reproducimos aquí.
La versión original en portugués la puede revisar aquí.