EL CAMINO DE XI HACIA SUDAMÉRICA
Por Rita Fatiguso / Il Sole 24 Ore (Italia)
Los conquistadores de Francisco Pizarro, para protegerlo, construyeron una fortaleza, conscientes de que quien se apoderara del puerto del Callao, en Lima, podría dominar el Nuevo Mundo.
Seis siglos después, la China de Xi Jinping expandió la Nueva Ruta Marítima de la Seda hasta la costa occidental de América Latina, conectándola idealmente, en la narrativa china, con el Camino Inca.
En Perú, con motivo de la cumbre de los países del Apec, el presidente chino junto a la presidenta Dina Boluarte, cortaron el listón del mega puerto con 1.300 millones de dólares de inversión en la primera fase, que se convertirán en 3.500 millones de dólares cuando finalicen las obras, un mega polo logístico ubicado en la Zona Económica Especial Chancay-Ancón-Callao, a 80 kilómetros al norte de la capital.
Una obra que abre una nueva ruta directa con China, capaz de reducir los tiempos de envío de 38-40 a 27 días con una potencia de fuego de entre 18 mil y 21 mil TEU y 960 conexiones reefer (contenedores de productos congelados).
El nuevo megapuerto que habría hecho palidecer a los españoles está financiado en un 60% por Cosco Shipping Ports -un gigante estatal que cuenta con más de 300 terminales en 38 puertos desde Abu Dhabi hasta el Pireo, de Valencia a Zeebrugge- y en un 40% por Volcan Compañía Minera. Será construido por dos empresas de Beijing pero empleará al 70% de trabajadores locales.
Se necesitarán veinte años para completar Chancay, pero la iniciativa promete revertir la dinámica comercial y de infraestructuras de América Latina, en beneficio de los países fronterizos con Perú, Ecuador y Colombia, pero también de Brasil, Bolivia, Chile, todos ellos países con los que las economías chinas la diplomacia ha sabido tejer relaciones capaces de resistir la inestabilidad política crónica que, históricamente, las caracteriza.
Los productos de la minería y las frutas, la soja, la madera y el pescado congelado llegarán a China gracias a conexiones semanales con el puerto de Shanghai, el mayor del mundo, en la costa este del país. Una vez terminados, los 15 muelles del puerto de Chancay lo convertirán en el primero en poder recibir barcos de transporte del continente demasiado grandes para cruzar el Canal de Panamá.
Xi Jinping, que después de Apec se trasladará a Brasil para el G20, ha cultivado una verdadera dedicación a América Latina, que ha visitado muchas más veces en los últimos años que los dos presidentes estadounidenses, Donald Trump y Joe Biden, juntos en sus respectivos mandatos. Una estrategia que está dando frutos, especialmente en tiempos como estos caracterizados por un desplome de la demanda norteamericana y fricciones constantes con la UE.
Dos fenómenos que, combinados, dificultan la recuperación de la economía china. Sin embargo, hace ya ocho años, en la Apec de Lima, Xi lanzó la estrategia nacida apenas tres años antes de la nueva Ruta de la Seda por tierra y también por mar. Las distancias parecían siderales, de hecho el proyecto Chancay, concebido en 2009, fue lanzado en 2018 y, una vez en pleno funcionamiento, supondrá una inversión total de aproximadamente 3.500 millones de dólares en cuatro fases.
Los ministros de finanzas de ambos países también firmaron una serie de acuerdos, incluido el fortalecimiento del pacto de libre comercio, el aumento de la inversión y el fortalecimiento de la cooperación bajo la iniciativa china de la Franja y la Ruta. El guión es similar al de otros países, incluido Ecuador, que hace unos meses ratificó el acuerdo de libre comercio con China en el que se venía trabajando desde hace tiempo. Xi está aprovechando su visita a Apec y luego al G20 en Río para presentarse como el abanderado de la globalización y del Sur Global en contraposición al enfoque proteccionista del comercio del presidente electo Donald Trump, en su segundo mandato pero siempre decidido a Continuando con la estrategia de la guerra comercial con Beijing.
Como es probable, esta última guerra diezmará el comercio entre las economías más grandes del mundo. A esto se suman los temores del lado estadounidense sobre el activismo chino en América Latina. Pero los países del continente siguen teniendo en Beijing un interlocutor privilegiado. Y, némesis histórica, en paralelo a la visita de Xi Jinping, se desarrolla en Cuenca, Ecuador, la Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno de los países de la Península Ibérica y América Latina. Una señal de un vínculo histórico fuerte, ciertamente no más económico.
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