CÓMO AFECTARÁ A EUROPA Y ESPAÑA EL ACUERDO CON MERCOSUR
Por Xabier González Barcos / Aquí Europa
25 años de negociaciones han acabado por concebir un acuerdo de beneficios bilaterales entre Mercosur y la Unión Europea. Este viernes 6 de diciembre, Ursula von der Leyen viajó a Montevideo acompañada por el comisario de Comercio y Seguridad Económica, Maroš Šefčovič, con el objetivo de dar el broche a unas conversaciones que se extienden hasta el siglo pasado. La presidenta de la Comisión subrayó que el acuerdo incluye «sólidas salvaguardias para proteger los medios de vida de nuestros agricultores», aunque ahora el acuerdo deberá enfrentar la oposición de algunos gobiernos del bloque, especialmente de Francia, que lo calificó de “inaceptable”.
El acuerdo se ha cerrado en un momento clave, justo cuando la presidencia de Donald Trump amenaza con imponer aranceles a las importaciones europeas. La Unión ha encontrado un espacio en el que dinamizar sus importaciones, además de que supone eliminar o, al menos, reducir las restricciones y aranceles a un intercambio comercial recíproco de algo más de 100.000 millones de euros. Europa e Iberoamérica son dos regiones con tejidos productivos complementarios, por lo que pueden preverse resultados muy satisfactorios para ambas partes. Fuentes y analistas reputados aseguran que es muy positivo para Europa y especialmente para España.
Más allá de lo comentado, implica para Europa diversificar a los suministradores de materias primas y minerales críticos (litio) para la industria digital y no depender de China. Ya desde septiembre y desde que el Informe Draghi saliera a la luz, la independencia de materiales relativos a la industria digital y defensiva eran una prioridad para la política exterior europea. Este es un acuerdo que asegura, sin lugar a dudas, una pequeña parcela de independencia europea frente al mercado asiático, es la confirmación de que el camino hacia la autonomía que debe tomar la Unión se está tomando.
El caso de España es particular. Y es que supone profundizar una relación con una región estratégica como es Iberoamérica. No sólo eso, sino que España se sitúa en una posición magnífica funcionando como una suerte de bisagra entre la UE e Iberoamérica. El ministro de Economía, Comercio y Empresa, Carlos Cuerpo, celebró el cierre del acuerdo, denominándolo como un avance que, según señala, tiene «una especial relevancia» para España al ser «puente entre América Latina y la UE». A parte, un estudio del ministerio de economía estima que las exportaciones de España a Mercosur crecerán un 37%, cuando el acuerdo haya desplegado todos sus efectos, lo que dará lugar a una mayor producción (0,23% del PIB) y empleo (0,11%, equivalente a más de 22.000 empleos) en la mayoría de sectores productivos españoles.
Por otro lado, parece que el sector del vacuno, el azúcar, la remolacha o el pollo han sido algunos de los más perjudicados. Las organizaciones representantes de estos sectores manifiestan que, a pesar de que se ha concedido acceso a productos de la UE como vino o los productos lácteos, el acuerdo sigue siendo desequilibrado en su capítulo agrícola, afectando precisamente a sectores que ya de por sí estaban debilitados o en procesos desestabilizados. No obstante, parece que los perjuicios (reales o figurados) que pudieran haber para estos grupos pueden compensarse con medidas compensatorias y otras garantías que comienzan a esbozarse en las inmediaciones del Acuerdo.
Sobre su operatividad, por tratarse de un Acuerdo Mixto, con competencias de la UE y los Estados miembros, deberá aprobarse por el PE, el Consejo Europeo y los parlamentos nacionales. No es muy probable, además, que Francia –principal opositor del acuerdo– logre una minoría de bloqueo en el PE, ni siquiera en el seno del Consejo Europeo (donde intentará arrastrar a Irlanda, Polonia, Austria y Holanda). Lo más seguro es que pueda pararlo en su Asamblea Nacional cuanto toque ratificado.
En suma, se reconoce un acuerdo muy positivo en su conjunto. Con salvedad de los conjuntos del sector agropecuario afectados, la consideración global del acuerdo es buena, aunque miembros del PE han alegado que habrá que ser prudentes y usar pedagogía y que la UE deberá garantizar que no habrá alteraciones de los mercados ni bajadas de precios.
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