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EL CANAL DE PANAMÁ: CUANDO LA RETÓRICA DESAFÍA UNA ALIANZA ESTRATÉGICA​

NIVIA ROSSANA CASTRELLÓN ECHEVERRÍA

EL CANAL DE PANAMÁ: CUANDO LA RETÓRICA DESAFÍA UNA ALIANZA ESTRATÉGICA

En el complejo tablero geopolítico mundial, las recientes declaraciones del Presidente Donald Trump sobre el Canal de Panamá han generado ondas expansivas que trascienden la mera retórica política. «China está operando el Canal de Panamá, y no se lo dimos a China. Se lo dimos a Panamá, y lo recuperaremos,» afirmó en su discurso inaugural, calificando la transferencia como un «regalo imprudente».  Su amenaza en Truth Social, exigiendo «que se nos devuelva el Canal de Panamá, en su totalidad y sin cuestionamientos», revela una paradójica tensión con uno de los aliados más consistentes de Estados Unidos en el hemisferio occidental.

En el mapa geopolítico latinoamericano, Panamá ocupa una posición singular. Ninguna otra nación de la región ha mantenido una relación tan estrecha y duradera con Washington que trasciende la mera cooperación diplomática para alcanzar niveles de integración estratégica sin precedentes. Esta relación histórica  culminó en lo que hoy se reconoce como el mayor éxito en transferencia de conocimiento y tecnología entre una potencia global y una nación en desarrollo durante la transición del siglo XX al siglo XXI.

Cuando Trump afirma que «la promesa de Panamá hacia nosotros se ha roto», los datos cuentan una historia diferente. El Canal opera con un 99.9% de personal panameño, mientras que el 74.7% de su tráfico marítimo sirve directamente a puertos estadounidenses, cifras que subrayan la continuidad de esta alianza estratégica. La afirmación presidencial sobre «38,000 vidas estadounidenses perdidas» contrasta con los registros históricos del Isthmian Canal Commission: durante la construcción estadounidense (1903-1914), de 5,611 fallecidos, solo 350 eran estadounidenses.

La solidez institucional del Canal refleja décadas de colaboración bilateral. La Constitución panameña lo declara «patrimonio inalienable», mientras que el Tratado de Neutralidad, respaldado por 40 países, garantiza su operación imparcial a perpetuidad. Este marco legal, sumado a innovaciones como la expansión de 2016 con sus esclusas Neo-Panamax, demuestra cómo Panamá ha honrado y expandido el legado tecnológico estadounidense.

En el actual contexto de competencia global, donde la influencia china en América Latina genera preocupación en Washington, el Canal de Panamá representa un caso ejemplar de cómo una alianza estratégica bien gestionada puede servir a los intereses de ambas naciones. Los Tratados Torrijos-Carter, lejos de debilitar la posición estadounidense, fortalecieron una asociación construida en décadas de construcción de confianza mutua y de excelencia técnica.

La historia del Canal trasciende la infraestructura: simboliza cómo una nación, nutriéndose del conocimiento estadounidense, transformó una vía interoceánica en un modelo de eficiencia global. En un momento en que Estados Unidos  requiere fortalecer sus alianzas hemisféricas frente a la creciente influencia de potencias extrarregionales, el éxito del Canal bajo administración panameña ofrece un testimonio convincente de los beneficios de la cooperación estratégica basada en el respeto mutuo y la competencia técnica.

En un momento histórico donde Estados Unidos enfrenta desafíos geopolíticos  y busca consolidar su liderazgo hemisférico, la retórica basada en información inexacta sobre el Canal de Panamá ilustra un riesgo estratégico fundamental: el de socavar alianzas probadas y exitosas dándole preeminencia a narrativas que no resisten el escrutinio de los hechos. La experiencia del Canal demuestra que la cooperación técnica, el respeto mutuo y la confianza entre aliados no solo generan beneficios tangibles para todas las partes involucradas, sino que establecen modelos replicables de colaboración internacional. En un mundo donde las alianzas sólidas son más valiosas que nunca, Estados Unidos encontraría mayor beneficio en fortalecer estos vínculos históricos que en cuestionarlos, especialmente cuando estos cuestionamientos se basan en premisas que la evidencia empírica contradice categóricamente.

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Nivia Rossana Castrellón Echeverría, exvicecanciller de la República de Panamá. 

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