A LOS PORTUGUESES NO LES IMPORTA LA ÉTICA Y DAN FUERZA A LA DERECHA RADICAL

Por Ricardo Alexandre / Rádio Notícias TSF (Portugal)
Fue una victoria personal del primer ministro; los portugueses demostraron con su voto que cuestiones éticas de extrema gravedad (como el hecho de que un primer ministro tenga una empresa a nombre de su mujer y una serie de clientes preferentes en negocios del Estado desde que es líder del PSD y del Gobierno) no son relevantes a la hora de votar. La coalición de centro-derecha en el Gobierno, Alianza Democrática (AD) ha conseguido aumentar en nueve el número de diputados (89).
Aun así, no consigue los 116 que le permitirían obtener la mayoría parlamentaria, ni siquiera si sumamos los votos del cuarto partido más votado, Iniciativa Liberal (9).
El partido Chega, de André Ventura, experimentó una importante subida en la extrema derecha, pasando de 50 a 58 diputados. A falta de los resultados de las circunscripciones de emigración, podría incluso superar al Partido Socialista y convertirse en el segundo partido más votado.
La histórica formación política fundada por Mário Soares y, años después, liderada por António Guterres (actual Secretario General de la ONU) obtuvo uno de los peores resultados de su historia y ha perdido 19 diputados desde las elecciones del año pasado (ahora tiene 58). Su líder, Pedro Nuno Santos, ya ha dimitido y la Comisión Política Nacional se reúne el próximo sábado para iniciar el proceso de sucesión. En el aire enmohecido de la política portuguesa, o el PS consigue revitalizar su liderazgo y resistir en las elecciones municipales de octubre, o parece que podría seguir el mismo camino que sus «hermanos» franceses y griegos: la irrelevancia progresiva.
Cabe señalar que el PS hizo viables los presupuestos del Estado de AD, fracasó en las mociones de censura e hizo todo lo posible para facilitar el gobierno de la coalición de centro-derecha. Los resultados parecen indicar que cuanto más se acercan los partidos de centro en términos de políticas, más aparece Chega como la única alternativa real y, si siguen así, llegará rápidamente al poder. Portugal no tiene tradición (sólo una vez, en los años ochenta) de una gran coalición al estilo alemán. Pero esta vez, puede que no haya alternativa.
En la izquierda, el Partido Comunista perdió uno de los cuatro diputados que tenía en la anterior legislatura, el Bloque de Izquierda mantuvo solo a su líder, Mariana Mortágua, en el Parlamento (este partido, equivalente al Podemos español o al Syriza griego, tenía 19 diputados en 2019), y solo hubo motivos para sonreír por parte de Livre (el partido del ex miembro del Bloque Rui Tavares), una formación ecologista y proeuropeísta, que pasó de cuatro a seis diputados. El partido PAN (Personas, Animales y Naturaleza) mantuvo su único diputado y Juntos Pelo Povo (formación populista de la Región Autónoma de Madeira) también consiguió entrar por primera vez en el Parlamento nacional.
Los problemas de ingobernabilidad persisten. El Presidente de la República iniciará mañana consultas con los partidos políticos, teniendo en cuenta los resultados provisionales anunciados, y sin perjuicio de las circunscripciones que aún no se han cerrado.
Estamos, pues, ante un gobierno dirigido por alguien éticamente debilitado pero electoralmente legitimado, que ha dicho constantemente que no pactará con la extrema derecha. Esta última, a través de su líder (con un partido que ha resistido de todo, desde dirigentes acusados de robar maletas en los aeropuertos, hasta sospechas de fraude e incluso de pederastia), se hace cada vez más fuerte (pasó de 1 diputado a 12, luego a 50 y ahora a 58) y tratará de impulsar una Comisión Parlamentaria de Investigación sobre el Primer Ministro que acabe por provocar su dimisión. Será el asalto final al poder de la extrema derecha con su discurso racista y antiinmigración, para regocijo de una clase media que se dice poco representada o respetada por los partidos tradicionales, en un país con unas perspectivas económicas sombrías (crecimiento del 2,5% ya revisado a la baja al 1,6%), un 17% de la población en la pobreza (lo que equivale a dos millones de personas) y 1 de cada 10 trabajadores.
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Este artículo fue publicado originalmente en TSF Rádio Notícias, de Portugal, con cuya autorización reproducimos en este espacio.
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