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ASOCIACIÓN DE EDITORES DE MEDIOS DE COMUNICACIÓN DE LA UE Y AMÉRICA LATINA

TU PODER ES ESTAR INFORMADO

IRENE LANZACO

TU PODER ES ESTAR INFORMADO

*Por Irene Lanzaco, Directora General de la Asociación de Medios de Información españoles (AMI)

La información no es un lujo ni un producto accesorio del consumo digital contemporáneo. Es un derecho fundamental, reconocido y protegido por las democracias avanzadas, y constituye una de las bases sobre las que se asienta la libertad individual y colectiva. Allí donde la información se degrada, se manipula o se diluye entre el ruido, la libertad se debilita. Por eso hoy, más que nunca, es necesario recordar una verdad sencilla y profunda: una persona informada es una persona libre.

Vivimos en una era de abundancia informativa sin precedentes. Nunca antes la ciudadanía había tenido acceso a tal volumen de datos, opiniones, imágenes y relatos en tiempo real. Sin embargo, esta aparente riqueza encierra una paradoja inquietante: cuanta más información circula sin filtros, sin contraste y sin responsabilidad, más difícil resulta distinguir la verdad de la falsedad, lo relevante de lo superfluo, lo veraz de lo interesado. En este contexto, el derecho a la información corre el riesgo de convertirse en una ilusión si no se protege su calidad, su independencia y su credibilidad.

La campaña que hoy impulsa la Asociación de Medios de Información, bajo el lema “Tu PODER es estar INFORMADO. Protege tu derecho a la información. Protege el periodismo”, nace de esta convicción. No es una campaña corporativa ni defensiva. Es una llamada cívica. Un recordatorio a la sociedad de que el periodismo profesional no es un actor más en el ecosistema digital, sino una infraestructura democrática esencial.

El periodismo no surge de manera espontánea ni gratuita. Es el resultado de un trabajo diario que exige tiempo, recursos, formación, rigor y compromiso ético. Informar implica verificar los hechos, contrastar las fuentes, contextualizar los acontecimientos y asumir responsabilidades. Implica, también, incomodar al poder cuando es necesario y ofrecer a los ciudadanos herramientas para comprender un mundo cada vez más complejo. Todo ello requiere medios sólidos, profesionales protegidos y marcos que garanticen la independencia editorial.

Sin embargo, el valor social del periodismo convive hoy con una creciente fragilidad económica y con profundas transformaciones tecnológicas. Plataformas globales que no producen información, pero se benefician de su difusión; algoritmos que priorizan la viralidad frente a la veracidad; contenidos generados sin control editorial; campañas de desinformación organizadas; y, más recientemente, el impacto de la inteligencia artificial sobre los procesos informativos. Todo ello configura un escenario en el que el periodismo compite en condiciones desiguales, a menudo sin las mismas obligaciones ni responsabilidades que otros actores del espacio digital.

Frente a este panorama, conviene subrayar una idea fundamental: no toda información es periodismo, ni todo contenido informativo garantiza el derecho a estar informado. El periodismo se distingue por su método, por su ética y por su vocación de servicio público. Y esa diferencia es la que protege a la ciudadanía frente al engaño, la manipulación y la simplificación interesada de la realidad.

Defender el periodismo es, en última instancia, defender el derecho de los ciudadanos a tomar decisiones libres y conscientes. En sociedades complejas, la libertad no se ejerce en el vacío. Se ejerce con conocimiento, con contexto y con información fiable. Cuando esa base se erosiona, la deliberación democrática se empobrece y el espacio público se vuelve más vulnerable a la polarización y al populismo.

Los medios de comunicación profesionales cumplen, además, una función vertebradora que va más allá de la actualidad inmediata. Son memoria colectiva, espacio de debate plural y espejo crítico de la sociedad. A través de ellos se construye una narrativa compartida que permite entender quiénes somos, qué nos preocupa y hacia dónde queremos ir. Sin medios libres e independientes, esa conversación común se fragmenta o queda secuestrada por intereses ajenos al bien general.

Por todo ello, esta campaña no interpela solo a los medios ni a los periodistas. Interpela a la ciudadanía en su conjunto, a las instituciones públicas, a las empresas tecnológicas y a los responsables políticos. Proteger el derecho a la información exige decisiones conscientes: políticas públicas que reconozcan el valor del periodismo; marcos regulatorios equilibrados; modelos de negocio sostenibles; y, también, ciudadanos que valoren y apoyen la información de calidad.

Desde la Asociación de Medios de Información queremos contribuir a ese debate con serenidad y responsabilidad. Reivindicamos el periodismo no desde la nostalgia, sino desde la convicción de que sin información fiable no hay libertad real, y sin medios fuertes no hay democracia sólida. El poder de estar informado no se impone: se construye, se cuida y se protege.

En un tiempo de ruido, velocidad y confusión, apostar por el periodismo es apostar por la inteligencia colectiva. Y ese es, quizá, el mayor acto de responsabilidad democrática que podemos asumir como sociedad.

 

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