PABLO VACA
MILEI, BENEGAS LYNCH Y EL DOLOR DE LOS TIROS EN EL PIE
No hay gobierno inmune al error no forzado. El de Fernández lo demostró mejor que ninguno. Pero el actual oficialismo viene en racha.
Difícil que un gobierno no se pegue alguna vez un tiro -o varios- en el pie. El problema es cuando los balazos se acumulan y dificultan el mantenerse parados. Que lo diga sino la administración Fernández, que elevó el autoflagelo no forzado a categoría de arte.
La gestión de Javier Milei no es la excepción. De la defensa del trabajo infantil por parte del diputado Benegas Lynch (nieto), a la cita del propio Presidente de números inventados en una cuenta fake de X, a este ritmo los libertarios podrían llegar a liderar el ranking histórico.
El episodio del Jumbo Bot revela una ligereza imperdonable. Recordemos: esa cuenta de la ex Twitter se había convertido en una referencia para el oficialismo porque reflejaba supuestas bajas de precios en esa cadena de supermercados, a tal punto que fue aludida por Milei y por el ministro de Economía, Luis Caputo, como ejemplo de lo bien que iba la lucha contra la inflación.
«El Jumbo Bot está dando -5%», se ufanó Caputo ante Joni Viale en TN. «¡Caída de precios! Fantino… ¡caída de precios!», sostuvo por su parte Milei, el lunes, en una charla con el exrelator de fútbol al ver en pantalla los datos publicados por la cuenta.
Lamentablemente, era todo mentira. “Esta cuenta es un experimento social. Nunca analizó precios, ni existió ningún bot que siguiera los productos de Jumbo. Pero sí sirvió para una cosa: ver la necesidad que tienen muchos en mostrar resultados que la realidad les niega”, escribieron los responsables de la misma el lunes a la noche. Una jodita para Tinelli, hubieran dicho en otra época.
Tanto Caputo como Milei – especialmente este último, que es un heavy user- deberían ya saber que no se debe confiar a ciegas en lo que dicen las redes. Pero, sobre todo, deberían aprender que su responsabilidad como funcionarios los obliga a ser más cuidadosos que el promedio con lo que dicen y con lo que repiten. Si fueran igualmente superficiales con otras cuestiones sería directamente peligroso.
El sincericidio de Bertie, por otra parte, es peor.
«Yo no creo en la obligatoriedad de la educación. Es una responsabilidad de los padres. Vos a tu hijo le querés dar lo mejor. Y muchas veces puede pasar, y sobre todo en Argentina, que no te podés dar el lujo de mandar a tu hijo al colegio porque lo necesitás en el taller junto al padre trabajando», dijo el domingo Alberto Tiburcio Benegas Lynch (n).
Una propuesta casi en línea con las que le costaron tanto a Milei en la campaña cuando habló de un mercado de compra y venta de órganos y de hijos.
El legislador libertario recibió, como es obvio, críticas inmediatas y casi unánimes. Lo defendió su padre, Alberto Benegas Lynch (h). “Como decía Lincoln, cuando era chico debía ayudar en el bosque y luego hachar para sobrevivir. Si lo hubieran obligado a ir al colegio no hubiera sido presidente ni nada, porque hubiera perecido”, escribió el economista y uno de los próceres del Presidente. Y, como haría más tarde Milei, sostuvo que a su “querido Bertie” lo sacaron de contexto.
Sin embargo, tal como queda claro por el ejemplo de Lincoln, en verdad Benegas Lynch (h) piensa lo mismo que su hijo, Benegas Lynch (n). ¿Cuál sería el contexto correcto?
Más allá de que el trabajo infantil comenzó a prohibirse en el mundo a mediados del siglo XIX, y que en la Argentina la ley 26.390, de 2008, dice expresamente en su artículo 189 bis que los chicos de entre 14 y 16 años podrán trabajar en empresas familiares hasta 15 horas semanales, en tareas no penosas, peligrosas o insalubres, siempre que sigan yendo a la escuela, la idea de Benegas Lynch padre e hijo choca de frente con la ley 1420 de educación obligatoria impulsada por uno de los íconos de este gobierno, Julio Argentino Roca.
Tal como recordaron de todo el arco político (los palos llovieron desde Myriam Bregman hasta Sandra Pittovello), la educación obligatoria se impuso en la Argentina por los liberales que cimentaron el país, entre ellos Roca, Avellaneda y obviamente Sarmiento. Ellos ya entendían algo que hoy prueban inexorablemente las estadísticas: los países ricos son los mejor educados. Siempre.
Hay algo más: las declaraciones de Benegas Lynch encierran su noción de que el padre tiene poder absoluto para decidir el destino del hijo. Como si fuera su propietario. Curioso que no piensen en los derechos del niño personas que suelen ser furiosas antiabortistas.
El affaire Benegas dejó en evidencia otra concepción complicada del Presidente. Milei primero opinó que la frase de su diputado era “desafortunada”, pero no lo condenó abiertamente. Sostuvo uno de sus grandes hits: “Los liberales no somos manada y cada cual tiene su opinión”. Es una frase con trampa: suena bien, pero sirve para justificar, literalmente, cualquier cosa.
El Presidente, además, aprovechó para alegar contra el periodismo. «Hay medios a los que no hay que ir», dijo. Es una definición inquietante. Más allá de que existan militantes que ejercen el periodismo, no hay que olvidar que lo más básico para ejercer esta profesión es hacer preguntas incómodas.
A nadie le gustan, pero son esenciales.
————
PABLO VACA es el editor jefe del diario argentino Clarín. Es miembro de EditoRed.
Este artículo fue publicado originalmente en Clarín, con cuya autorización reproducimos aquí.