ALBERTO BARCIELA
Una cuestión globalLA INSOPORTABLE LEVEDAD DE ALGUNOS POLÍTICOS
“Don Quijote explica a Sancho que Homero y Virgilio no describían a los personajes «como ellos fueron, sino como habían de ser para quedar ejemplo a los venideros hombres de sus virtudes”. La reflexión es de Milan Kundera, escritor de novelas y cuentos, dramaturgo, ensayista y poeta checo, autor de “La insoportable levedad del ser”, que merece siempre una relectura, y esta oportunidad puede bien ofrecerse en estos días estivales, casi como un homenaje tras la reciente desaparición física de un hombre y autor muy marcado por la política.
El propio Kundera, como decía de los personajes novelescos, parece no pedir que se le admire por sus virtudes, si quiere que se le comprenda, lo cual es algo distinto. “Los héroes de epopeya vencen o, si son vencidos, conservan hasta el último suspiro su grandeza. Don Quijote ha sido vencido. Y sin grandeza alguna. Porque, de golpe, todo queda claro: la vida humana como tal es una derrota. Lo único que nos queda ante esta irremediable derrota que llamamos vida es intentar comprenderla. Ésta es la razón de ser del arte de la novela”, y puede decirse que de la propia existencia. Eso, en cierto modo, fue el gran descubrimiento de su admirado Miguel de Cervantes.
Al finalizar la quinta parte de La insoportable levedad del ser, Milan Kundera, otro “no Nobel”, escribió lo siguiente: “Como dije ya, los personajes no nacen como los seres humanos del cuerpo de su madre, sino de una situación, una frase, una metáfora en la que está depositada, como dentro de una nuez, una posibilidad humana fundamental que el autor cree que nadie ha descubierto aún o sobre la que nadie ha dicho aún nada esencial. ¿Acaso no es cierto que el autor no puede hablar más que de sí mismo […] todas esas situaciones las he vivido yo mismo, sin embargo de ninguna de ellas surgió un personaje como el que soy yo, con mi currículum vitae. Los personajes de mi novela son mis propias posibilidades que no se realizaron.”
Ojalá esa sesuda reflexión fueran capaces de hacerla los líderes derrotados, sus asesores creativos de excusas, los sociólogos “factureros”, mentirosos e incapaces. Nadie quiere evidenciar lo que no le conviene, esa es la gran revelación de la derrota de los gobernantes y opositores, en ella se inscriben la falta de grandeza de los dirigentes, la indisposición generosa al servicio público, los afanes ególatras e incluso las disfuncionalidades psíquicas. Tras ellas se esconden las exclusiones de acuerdos consensuados, al menos en lo esencial, incluido el cambio de las leyes electorales o de transparencia, antes de que la trama imponga un desenlace de bloqueos sucesivos, corrupciones interminables, tránsfugas, huidos de la justicia, populismos destructivos, chantajes presupuestarios, indultos inmorales o referéndum ilegales, censuras o la amenaza de instituciones, la intromisión entre poderes e incluso los Estados fallidos.
Las novelas pueden coincidir con la vida, pero la vida no es tan maleable o corregible como la ficción. En la relectura de algunos pasajes de Kundera, como solapado, subyace, un mensaje de actualidad. Los ciudadanos somos más Quijotes que Sanchos, necesitamos virtudes que admirar de nuestros líderes, ejemplaridad y nobleza.
Como se trata de homenajear y de releer a Kundera, permítanme terminar con la que, en mi opinión, resulta uno de los pasajes más inspirados de su obra más relevante: “La verdadera bondad humana, con toda su pureza y libertad, puede ponerse en primer plano sólo cuando su recipiente no tiene poder.” Vale.
Alberto Barciela es periodista, vicepresidente de EditoRed Eurolatam