LOS BAJOS NIVELES DE PRODUCCIÓN PETROLERA Y EL AUMENTO DE LA POBREZA EXPLICAN EL ÉXODO MASIVO DE VENEZUELA
Por Pedro Araújo, editor ejecutivo adjunto / Jornal de Noticias (Portugal)
Alguna vez fue uno de los países más ricos de América Latina debido a la producción de petróleo, pero hoy el escenario es sombrío. Desde 2014, casi ocho millones de venezolanos han huido del país. “Cuando una sociedad expulsa a los ciudadanos es porque hay una crisis. En los años 50 y 70 del siglo XX, el país ofrecía oportunidades y atraía inmigrantes. Venezuela se ha convertido en una máquina de pobreza”, dice a JN Carmen Beatriz Fernández, CEO de DatastrategIA Consult, con sede en España.
Las penurias del pueblo, que ahora llena las calles para impugnar los resultados de las últimas elecciones presidenciales, comenzaron cuando Hugo Chávez fue elegido presidente en 1998, e inició un giro hacia el socialismo conocido como “revolución bolivariana”, acercándose al cubano Raúl Castro. Nicolás Maduro, “suplente” de Chávez hasta su muerte en 2013 y actual presidente, es el rostro de la continuidad bolivariana. Sin embargo, cada líder es rehén de sus circunstancias y opciones.
Los resultados del régimen actual no han sido los mejores. Venezuela era dos veces más rica que Chile en 1980. Posteriormente, Chile siguió las ideas de libre mercado de Milton Friedman, mientras que Venezuela estaba gobernada por socialistas. Ahora, Chile es el país más rico de América del Sur y Venezuela el más pobre.
Chávez, a diferencia de Maduro, inicialmente logró reducir la pobreza en alrededor del 20%. El actual presidente no se benefició del contexto, aunque se le puede culpar de haber “matado a la gallina de los huevos de oro”: la petrolera PDVSA. A mediados de 2014, cuando Maduro ni siquiera llevaba un año en el poder, los precios del petróleo se desplomaron y la economía de Venezuela colapsó.
“La economía venezolana siempre se ha movido al mismo ritmo que los precios del petróleo. Hubo desinversión, fallas de gestión y técnicas y hoy el país produce menos de un tercio respecto a los años ochenta”, dice Carmen Beatriz Fernández.
A medida que crecía el descontento, Maduro consolidó el poder mediante la represión política, la censura y la manipulación electoral. En 2018 consiguió la reelección, pero casi 60 países, incluido Estados Unidos, reconocieron posteriormente al líder opositor Juan Guaidó, presidente de la Asamblea Nacional, como líder interino de Venezuela. Nada cambió.
¿UN NUEVO GUAIDÓ?
La historia de Guaidó parece repetirse ahora, con el reconocimiento de la victoria de Edmundo González Urrutia, el candidato opositor. María Corina Machado, a quien se le impidió postularse para la presidencia y se vio obligada a elegir a González Urrutia como su “alma mater” política, es ahora la voz más fuerte del inconformismo. “Está demostrado que la degradación de la democracia obstaculiza el desarrollo económico y social”, explica Carmen Beatriz.
Las sanciones impuestas por Estados Unidos a Venezuela han durado casi dos décadas y han empujado al país a los brazos de China, Cuba, Irán, Rusia y Turquía. El petróleo se ha secado y, hoy, quienes sufren son los que aún permanecen en el país.
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Este artículo se publicó inicialmente en el Jornal de Noticias, con cuya autorización reproducimos aquí.
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