LOS FONDOS EUROPEOS SON EL NUEVO ‘ORO DE BRASIL’, QUE ACELERA LA DÉBIL ECONOMÍA PORTUGUESA
Por Pedro Araújo / Jornal de Noticias
La agricultura se eclipsa y los servicios se disparan. Las industrias de éxito son pocas. Los portugueses son más pobres en términos relativos, a pesar de los millones de Bruselas.
«La tendencia a largo plazo, desde hace más de dos décadas, es la de empobrecernos cada vez más en relación con los demás Estados de la Unión Europea (UE). El poder adquisitivo de los portugueses es ahora muy inferior al de la mayoría de los demás países de la UE», afirma Nuno Palma, catedrático de Economía de la Universidad de Manchester. Medio siglo de democracia no se ha traducido en prosperidad, a pesar de los millones que el país ha recibido de Bruselas desde su ingreso en la entonces CEE el 12 de junio de 1985.
En 1974, año de la Revolución del 25 de abril, la agricultura y la pesca representaban el 11% de la economía y hoy sólo suponen el 2%. La concentración del comercio y los servicios pasó del 49% al 77%. La industria y la construcción se han reducido a la mitad y ahora representan el 21% del PIB. Lo que queda es la pujanza del calzado -las exportaciones del sector han crecido un 54.533,33% en valor desde 1974- y el textil, la robustez de la metalurgia y Autoeuropa como punto de referencia para la inversión extranjera.
NUEVO ESTADO
Prejuicios ideológicos aparte, los 50 años de democracia apenas han superado a las décadas anteriores. «Fueron casi 30 años de expansión ininterrumpida, en los que la economía no se limitó a seguir el ritmo de las más desarrolladas. Portugal era entonces uno de los países de mayor crecimiento del mundo, junto con España y los llamados tigres asiáticos», afirma el profesor Luciano Amaral en su libro «Economia Portuguesa».
En su libro «As causas do atraso português» (Las causas del atraso portugués), recientemente publicado en Portugal, Nuno Palma corrobora esta idea: «La convergencia con la Europa más rica iniciada a principios de los años 50 se interrumpió durante una década después del 25 de abril», señala. La convergencia se reanudó entonces, pero Nuno Valério reconoce que «el último cuarto del siglo XX fue mucho más dinámico que el primer cuarto del siglo XXI».
El resultado del cambio de perfil de la economía no está exento de críticas, a pesar de los éxitos cosechados. «Es posible que necesitemos la intervención del Estado y una estrategia (colectiva) para orientarla. Y puede decirse que, tras la descolonización y la integración europea, ha habido demasiada emergencia a corto plazo. Quizá las lecciones de la pandemia y las exigencias de los conflictos geoestratégicos y el cambio climático ayuden a superarlo», afirma Nuno Valério, profesor del ISEG y especialista en historia y teoría del desarrollo económico.
Pero, ¿qué ha sido de los millonarios fondos europeos? El número de kilómetros de autopista es hoy 47 veces mayor que en 1974. Este es un efecto visible. El dinero recibido de Bruselas representa alrededor del 3% del PIB anual desde la adhesión a la CEE, el equivalente a dos Autoeuropas al año.
Se repite el problema del oro de Brasil, que llegó a Portugal en grandes cantidades en el siglo XVIII y no desarrolló la metrópoli. «El pueblo tiene que sentir en sus bolsillos las consecuencias del mal gobierno (…). La ayuda europea es una aspirina o una tirita», se lee en el libro de Nuno Palma. El académico afincado en Manchester aboga incluso por suprimir los fondos para sacar a la luz las decisiones equivocadas de la clase política y predice que Portugal podría ser el país más pobre de la UE dentro de una década.
La opinión de Nuno Valério difiere de la de Nuno Palma: «No estoy de acuerdo con la idea principal del argumento, aunque estoy lejos de pensar que los fondos se hayan utilizado siempre bien».
Miguel St Aubyn, profesor del ISEG, cree que «la posible falta de visión y estrategia de la clase política radica en que el país no ha sabido aprovechar sus oportunidades, y los fondos europeos son sólo una parte del problema».
DESAFÍOS PARA EL FUTURO
En lugar de limitarse a reflexionar sobre el pasado, Miguel St Aubyn, profesor del ISEG y miembro del Consejo de Finanzas Públicas, identifica seis retos para los próximos 50 años.
Más y mejor inversión
Para crecer de forma sostenible y que Portugal converja en productividad y renta per cápita, la inversión debe aumentar y ser de mejor calidad. Esto es tan cierto en el sector público y las infraestructuras como en la economía privada. Necesitamos inversiones estructurales, diversificadas, basadas en el conocimiento y en la mano de obra cualificada, y que favorezcan una transición energética y medioambiental eficaz.
Menos desigualdad
Seguimos siendo un país profundamente desigual y nos cuesta asumirlo. La desigualdad no es sólo una injusticia, es también un despilfarro económico. Reducirla como objetivo claramente identificado tiene implicaciones en el diseño de las políticas públicas en su conjunto.
Mejorar la vivienda
Las condiciones de vivienda son malas. Las respuestas a este problema deberían haber empezado ayer, y siendo urgentes tardan en notarse los efectos. Los fallos del mercado hacen necesaria la intervención pública en la oferta, la regulación y los incentivos.
Atraer y retener a jóvenes cualificados
Aunque atrae a una nueva población inmigrante que busca una vida mejor aquí, lo cierto es que muchos jóvenes portugueses cualificados acaban buscando y encontrando trabajos más gratificantes en países extranjeros, concretamente en la Unión Europea, el Reino Unido o Estados Unidos. Junto con el descenso de la natalidad y el aumento de la esperanza de vida, la población envejece progresivamente.
Apuesta por el crecimiento y la innovación
El turismo y las actividades conexas han sido un importante motor de la economía portuguesa. Para que se desarrollen otros sectores, en los que los aumentos de productividad derivados de la innovación tecnológica son más significativos, es importante que la mano de obra esté cada vez más cualificada, sea más abierta y capaz de innovar.
Reforma del Estado
La reforma de la administración pública, que envejece, es uno de los principales retos de los próximos años. Implicará reorientar el enfoque de las políticas del corto al medio y largo plazo y la necesaria evaluación sistemática. La puesta en marcha de un sistema de revisión del gasto, y también de la fiscalidad, puede ser sumamente importante para aumentar la eficacia y, por tanto, ampliar el margen presupuestario para hacer frente a nuevos retos (transición medioambiental o refuerzo del SNS).
PRINCIPALES CRISIS DE LA DEMOCRACIA
1983-85
En 1979, la economía mundial sufrió una crisis del petróleo y la crisis de Portugal se manifestó en los años siguientes. El gobierno pidió ayuda al FMI (1983-1985), como ya había hecho en 1977-78.
1992-93
En 1990 estalló la primera guerra del Golfo, con la invasión de Kuwait por Irak, que provocó una intervención armada dirigida por Estados Unidos. Portugal sintió la recesión en los años siguientes.
2002-03
El país había entrado en el euro en 1999. Fue una época de dinero barato tanto para las familias como para el Estado. La deuda se disparó y Durão Barroso, elegido Primer Ministro, dijo que «el país está de culo».
2008-09
La crisis financiera internacional se originó en Estados Unidos, con problemas con los préstamos a la vivienda. El desempleo se disparó, el crédito se encareció y la economía se paralizó.
2010-14
Se conoció como la crisis de la deuda pública y Portugal no fue inmune. La intervención de la troika (2011-2014) dejó huella y malos recuerdos.
2020-21
La crisis provocada por la pandemia del Covid-19 fue mundial. El turismo se hizo casi inviable y también el comercio Europa-Asia. Las economías se contrajeron.
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PEDRO ARAÚJO es el editor ejecutivo adjunto del Jornal de Noticias
Este artículo fue publicado originalmente en portugués en el Jornal de Noticias, con cuya autorización lo reproducimos aquí. Si lo emplea, por favor, cite al autor y al mencionado diario.