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ESPAÑA ANTE LA CUMBRE DE LA OTAN EN WASHINGTON​

Tomada de Aquí Europa

ESPAÑA ANTE LA CUMBRE DE LA OTAN EN WASHINGTON

Opinión de Javier Saldaña Sagredo, coronel de Ejército de Tierra en situación de Reserva / Aquí Europa, The Diplomat in Spain y Escudo Digital

España llega a la cumbre de la OTAN que se celebra en Washington entre los días 9 y 11 de julio como el país de la Alianza que menos gastará en Defensa en términos porcentuales en 2024. Según estima un informe que la propia Alianza ha publicado en su página oficial, España tendrá un presupuesto de Defensa de 19.723 millones de euros, un 1,28% con relación al PIB.

Dentro de la Organización, los primeros puestos están ocupados por Polonia (4,12%), Estonia (3,43%) y EE.UU. (3,38 %), quienes junto a otros 20 miembros ya superan el umbral del 2% que se estableció en la Cumbre de Gales (2014). En aquel momento, sólo EE.UU., Reino Unido y Grecia superaban ese umbral que se estableció como suelo mínimo de inversión a alcanzar en los siguientes diez años. Cumplido este teórico plazo apenas quedan ocho por superarlo: Croacia, Portugal, Italia, Canadá, Bélgica, Luxemburgo, Eslovenia y España, que se sitúa a la cola entre los 31 países que conforman la Alianza.

Parece como si nuestro país todavía no se hubiera repuesto del periodo demoledor que, en términos de inversión en materia de defensa, asoló a la propia OTAN como consecuencia de la ola “pacifista” que siguió a la caída del Muro de Berlín. Fue poco después cuando el 14 de noviembre de 1996 el Parlamento español decidió, por 293 votos a favor, 27 en contra y 4 abstenciones, autorizar al Gobierno negociar la total integración de España en la estructura militar en la Alianza Atlántica que ya tenía al frente a un español como secretario general. En ese momento, la Organización declaraba no tener enemigos y sus satisfechos dirigentes se citaron en la cumbre de 1997 en Madrid dispuestos a celebrar el 50º aniversario de la Organización dos años después en Washington. En la capital federal se aprobaría un nuevo Concepto Estratégico que dejaba de considerar a la extinta URSS y su Pacto de Varsovia como el enemigo convencional estudiado en las academias militares, declarando el “nacimiento de la OTAN del s. XXI” y estableciendo un plan de acción para la adhesión de nuevos miembros procedentes del bloque del Este al que rápidamente se sumaron la República Checa, Hungría y Polonia. Había finalizado “la guerra fría”.

FALTA DE FINANCIACIÓN

Con una OTAN en las cotas más altas de popularidad, la Alianza “moría de éxito” resolviendo por la fuerza, eso sí bajo los auspicios de la ONU, el conflicto de los Balcanes sin que la debilitada Rusia de Boris Yeltsin pudiera hacer gran cosa por preservar su antigua área de influencia paneslavista. España, novel y entusiasta participante por aquella época en las operaciones de paz, se implicaba en 1992 de forma activa en el área, en una misión que bajo los diversos “paraguas” ONU/OTAN/UE involucró a unos 50.000 efectivos de las FAS españolas durante casi veinte años. 

Sin embargo y paradójicamente, en aquellos años la incipiente inversión en materia de defensa que los primeros gobiernos de la transición de España habían iniciado con programas de adquisición como el del Futuro Avión de Combate y Ataque (FACA), Eurofighter, Leopard o las Fragatas F100 no tuvieron continuación y ni siquiera el exponencial aumento de las operaciones de paz pudieron frenar la falta de financiación de la Defensa que se hacía endémica en relación con otros países de nuestro entorno.

Nuestro presupuesto de Defensa ya se situaba en el vagón de cola de la Organización en términos porcentuales del PIB continuando en caída libre desde que el año 1984 había alcanzado un máximo histórico del 3%. Y es que en clave social y política, la sociedad española estaba alejada de los asuntos de la Defensa en el convencimiento de que con la pertenencia ”total” a la OTAN el problema de la seguridad estaría resuelto. La falsa sensación de paz y seguridad que trajo la desaparición de un enemigo declarado y la euforia de la cobertura del nuevo paraguas protector de la Alianza provocó que la Directiva de Defensa Nacional 1/2000 instase al Ministerio de Defensa a “buscar una mayor consenso político, social e institucional” en los asuntos de Defensa a través de una Revisión Estratégica de la Defensa (RED) que vio la luz a comienzos del 2003. De esa forma, el deterioro de una conciencia de Defensa en la sociedad española se convirtió en un asunto de debate en los foros en donde se analizaba la Defensa Nacional.

IMPACTO DE LA CRISIS DE 2008

Pero la inversión seguía sin llegar en cuantía conveniente para los Ejércitos y la Armada. La crisis económica del 2008 agravó la situación y llevó a España a tocar fondo presupuestario en materia de defensa en 2016 (1,1 %). Sin nuestro ingreso en la OTAN, priorizar que la Defensa se basara sólo en acciones exteriores en fomento de la paz, como holísticamente ocurrió a finales del siglo pasado y comienzos de éste, nos hubiese podido situar en una situación similar a la acaecida en Finlandia y Suecia, resueltas a ingresar en la OTAN nada más producirse la invasión rusa de Ucrania. Ahora la situación es diferente, se trata de algo más que operaciones de paz, seguridad cooperativa, misiones de adiestramiento y asesoramiento a terceros países; se trata de evitar que la guerra se extienda de manera incontrolada. Después de la diplomacia, las medidas de disuasión que ofrece la OTAN se averiguan hoy más que nunca decisivas en el contexto internacional.

Por ello afortunadamente, a partir de la Cumbre de Gales nuestro país fue consciente de la responsabilidad de la pertenencia a un club selecto, que es la OTAN, para el que son necesarios unos altos estándares democráticos y sociales, y que es un privilegio del que pocos países en el mundo pueden hacer gala. Entre esos estándares, figuran seguro una serie de valores fundamentales intrínsecos de las sociedades occidentales que forman parte de la Organización. Para preservarlos, es necesario sin duda un esfuerzo inversor en materia de defensa acorde a las posibilidades reales de cada Estado miembro y para nuestro país, a pesar de que el presupuesto en Defensa ha ido escalando lentamente hasta situarse en este año en el 1,28% del PIB, el porcentaje se antoja insuficiente con relación al lugar que España debe ocupar en el concierto mundial. Posicionarse hoy en favor de la pertenencia de nuestro país a la OTAN no es tan sencillo como en el lejano 1996. La militancia noratlántica implica hoy en día algo más que compromisos sobre el papel y sobre todo la decidida intención de un aumento en el gasto militar.

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Este artículo fue publicado originalmente en Escudo Digital, The Diplomat in Spain y Aquí Europa, con cuya autorización reproducimos.

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