LA GUERRA EN UCRANIA Y TRUMP IMPULSAN LA CAMPAÑA ELECTORAL AL PARLAMENTO EUROPEO
Por Roberto Dias / Folha de São Paulo
La guerra en Ucrania y el fantasma de Donald Trump en la Casa Blanca impulsan la campaña electoral al Parlamento Europeo, que se celebra del 6 al 9 de junio.
El Parlamento, órgano legislativo de la Unión Europea, es importante para determinar quién presidirá la Comisión Europea, el brazo ejecutivo que dirige la maquinaria del bloque. El escaño lo ocupa actualmente la alemana Ursula von der Leyen, candidata favorita a la reelección.
La defensa y la seguridad son el combo más citado por los ciudadanos del bloque cuando se les pregunta qué asunto debería priorizar la Unión Europea para reforzar su posición en el mundo.
Los votantes llevan dos años conviviendo con la guerra de Rusia en el este del continente, con un gran impacto en aspectos como los precios de la energía y las repetidas amenazas de utilizar el botón nuclear. Y ahora podrían volver a ver en la Casa Blanca al líder que amenaza con desmantelar el sistema de defensa creado en torno a la OTAN, no por casualidad con sede en un enorme edificio de acero y cristal en la misma Bruselas que dirige el bloque.
“Y si Trump es elegido, ¿qué debería hacer Europa de forma diferente esta vez?», preguntó Folha a Nicolas Schmit, principal candidato de la izquierda a la presidencia de la Comisión Europea.
«No podemos cambiar el rumbo de las elecciones estadounidenses. Europa tiene que defenderse. Tenemos que invertir en nuestra seguridad, eso está claro, no hay elección», dijo el político luxemburgués, que es uno de los actuales comisarios europeos (una especie de ministros).
En un debate, Von der Leyen dijo que «defendería, por ejemplo, un escudo de defensa aérea», e indicó que el dinero para ello podría salir de las subvenciones que actualmente se reparten por el continente.
El eurodiputado español Javi López, del principal bloque de izquierdas, coincide en que la seguridad está en el centro de estas elecciones. «Es una agenda más relacionada con el mundo, después de una década más introspectiva».
Efectivamente: la última campaña, en 2019, estuvo marcada por la crisis del Brexit.
La anterior, en 2014, tuvo como punto clave el debate sobre el roaming telefónico.
En estas elecciones, es probable que el asunto favorezca el crecimiento de las fuerzas de la derecha del espectro político, con distintos grados de radicalidad, según los sondeos. En el centro-derecha, el grupo de la Primera Ministra italiana, Giorgia Meloni, por ejemplo, tiende a salir reforzado.
El bloque de ultraderecha, en cambio, ha sufrido una escisión en los últimos días después de que la líder del partido alemán AfD concediera una entrevista en la que afirmaba que no todos los miembros de las SS, el grupo paramilitar nazi, eran criminales.
La polémica ha alejado a personas como Marine Le Pen, la líder francesa que construyó su carrera luchando contra los inmigrantes.
La preocupación por la seguridad del continente debería impulsar la participación electoral. La participación ha ido cayendo desde la primera votación al Parlamento, en 1979, hasta que invirtió la curva en la última, hace cinco años, cuando alcanzó el 51% – y ahora el porcentaje de personas que dicen que es probable que voten es mayor que la última vez.
Y es que hasta las elecciones europeas tienen consecuencias, como bromeaba un artículo de opinión del diario estadounidense The Wall Street Journal sobre el complejo sistema de toma de decisiones políticas en el continente.
Aparte de la seguridad, un punto de atención es la política climática: el giro del péndulo hacia la derecha podría frenar la agenda verde en la región.
Otro es definir el tamaño del bloque, que actualmente cuenta con 27 miembros. La crisis del Brexit fue la primera vez que la Unión Europea se redujo tras décadas de expansión. Ahora, aunque la cola de solicitantes ha crecido hasta nueve países, no hay perspectivas de una nueva ampliación a corto plazo.
No menos importante es el problema económico. El ritmo de crecimiento de Europa hace tiempo que no puede compararse con el estadounidense, por no hablar del chino, a pesar de un pequeño repunte reciente.
Con problemas de competitividad y atrapada por la guerra comercial entre las dos mayores economías del mundo, Bruselas intenta establecer con Pekín una ruta comercial menos truculenta que la de Washington, en un difícil equilibrio que Von der Leyen define como «un enfoque a medida».
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Este artículo se publicó en el diario Folha de São Paulo, con cuya autorización reproducimos aquí.
El texto original en portugués puede leerlo en este enlace.