EditoRed

Association of media editors of the European Union, Latin America and the Caribbean

PERIODISMO, EL ARTE DE UN OFICIO HUMANO

Jesus Gonzalez

CONDICIONES MÍNIMAS PARA UN NUEVO MODELO DE COMUNICACIÓN SOSTENIBLE

Tenemos los periodistas la insana manía de hablar de manera endogámica de nuestra profesión y de ser bastante opacos con la sociedad sobre el ejercicio de la misma. Probablemente por ello, es que la gente cada vez entiende menos a qué nos dedicamos. Y, seguramente también, sumidos en el universo de la sobreinformación y del postureo de las Redes Sociales, en este mar de basura, es imposible reconocer el verdadero periodismo.

Pero sean cual sean las dificultades, la obligación del periodista es hacer partícipe a su audiencia de los pormenores de su trabajo. No es suficiente con emprender cada día el arduo camino por acercarse a la verdad, ni ser escrupuloso con el lenguaje para que nos entiendan. Además, hay que hacer entender al ciudadano, que este preciado bien que nos han entregado cargado de responsabilidad, está repleto de dificultades y de obstáculos para brillar como merece.

Conviene, por tanto, empezar por una sencilla definición del periodismo. Para mí, ser periodista es cumplir con un oficio, cuyo principal protagonista son seres humanos y que requiere de una especial sensibilidad y creatividad. En la tarea periodística están presentes las dos raíces etimológicas del arte. El ars o artis creativo latino y el téchne técnico griego. Se requiere ser capaz de crear una obra y para ello tener los conocimientos técnicos para llevarla a cabo. Una técnica que empieza por el uso del lenguaje y por los géneros a emplear en cada caso. Porque, aunque ya no sepamos diferenciar unos de otros, yo reivindico la imprescindible vigencia de la noticia, del reportaje, de la entrevista, de la crónica, de la crítica…, de ese amplio repertorio de herramientas con que los periodistas contamos para hacer más comprensible el mensaje. Otra cosa bien distinta son las tecnologías, que por desgracia se han convertido en condenas en forma de clicks para el buen periodismo.

Estas verdades de perogrullo son requisitos indispensables para ejercer la profesión que, sin embargo, a fecha de hoy incumplen la mayoría de los profesionales. Así las cosas, leemos, escuchamos o vemos piezas informativas sin calidad o rigor por falta de conocimientos de los “artistas” que las perpetran. Resulta difícil reconocer la profesión en medio de tanta mediocridad, en el mejor de los casos. Sin una profunda autocrítica del estado de salud de la obra periodística, es imposible entender las razones por las que la audiencia nos ha dado la espalda y, menos aún, recuperar la credibilidad perdida.

Contar lo que sucede, que en esencia de eso se trata, precisa también de un componente humano vital. El relato de la realidad debe basarse en un compromiso ético y moral con la veracidad, con la máxima objetividad, y eso solo es posible cuando se es buena persona. Decía el gran Kapuscinski que “si se es una buena persona se puede intentar comprender a los demás, sus intenciones, su fe, sus intereses, sus dificultades, sus tragedias.”

Una virtud que debe llevar aparejada la vocación de querer ser buen periodista por encima de todo. Hablo del interés que una persona siente en su interior para dedicarse a algo. Porque el periodismo más que un mero trabajo, es una forma de vida. Se quiera o no, vivir el periodismo plenamente es sentirse dominado por la curiosidad, por saber lo sucedido y las razones de los sucesos. Es obsesionarse una y otra vez con cada historia.

Toda esta reflexión viene al caso de la eterna pregunta que nos hacemos los periodistas: ¿Cómo hacer sostenible nuestra profesión?, ¿cómo proyectarla al futuro? Pues bien, yo me aplico la única receta que conozco y que no es otra que la de ejercer el periodismo como el arte de un oficio humano. Se la recomiendo a todos mis colegas, al menos a mi me ha ido bien durante 40 años de desempeño profesional.

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