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Association of media editors of the European Union, Latin America and the Caribbean

¿CÓMO CONSTRUIR UN NUEVO MODELO DE COMUNICACIÓN SOSTENIBLE?

GABRIEL CAZENAVE

CONSTRUIR UN NUEVO MODELO DE COMUNICACIÓN SOSTENIBLE

Los medios tradicionales de comunicación, principalmente los periódicos impresos en papel han oído a lo largo de, al menos las tres últimas décadas, terribles sentencias de extinción inmediata, ante el paso vigoroso de otras alternativas informativas llevadas de la mano de la tecnología, al margen de un porcentaje no despreciable atribuible al menor apego progresivo al hábito de arrancar las mañanas, en casa o la oficina, tomando un café y tiñendo los dedos con tinta del diario de preferencia.

Se trataba de un vaticinio cuya lógica no resultaba fácil de desbaratar. La extinción de los rotativos, cual dinosaurios en su momento, se presentaba entonces como un hecho que más temprano que tarde les iba a dar la razón a sus premonitores.

Los nostálgicos de la comunicación convencional estaban obligados inevitablemente a echar mano a cuantos recursos tuvieran a mano para detener la velocidad del avance hacia el precipicio o para enfrentar valientemente la cruda amenaza, en el caso de los más optimistas.

De las opciones empleadas en nuestra América y el mundo, incorporar una web informativa a la propuesta histórica daba ya importantes señales de adaptación a la frescura de los nuevos tiempos. Luego las suscripciones, para comodidad del lector, que tuvo como efecto inmediato -y triste a la vez- la paulatina jubilación laboral de los pregoneros callejeros (canillitas, en estas tierras), en vista de la reducción, estadísticamente demostrada, de los ejemplares diarios circulantes.

Más adelante las empresas más robustas notaron que una franja joven no se informaba leyendo los tabloides impresos como sus padres y abuelos por la sencilla razón de que el ritmo de vida, para mal, ha cambiado, todo fluye con vértigo y en el mismo sentido se comporta la necesidad de recibir información. Era necesario proveer alternativas para el acceso ágil y concreto de los sucesos en curso. Emergieron así las multiplataformas: radio, tv cable o abierta y, fundamentalmente, presencia en las redes sociales, es decir un paquete amplio de ofertas para colmar todo tipo de preferencias.

No todos, lamentablemente, sobrevivieron a la imperiosa necesidad de cambios. Ilustres nombres que marcaron época en distintos países han quedado solo en el recuerdo, aunque no pasa desapercibido en estos días que algunos descendientes que se quedaron con la marca de aquellos bastiones informativos de décadas idas como herencia familiar, han resuelto revivir las mismas, en presentaciones acordes a la época y tal vez hasta con algún beneficio monetario (en el caso de la venta del nombre a terceros), hecho saludable por las oportunidades laborales que ello implica para los trabajadores de la comunicación.

Los que sí lograron evitar la discontinuidad, no le dan respiro a la usina de ideas, para no vacilar un instante y estar siempre listos ante el ritmo de los desafíos que la tecnología sin freno propone. Muchas de ellas están aplicadas (y no vamos a citar aquí todas, obviamente) dentro de espectro comercial, donde mimar al anunciante con la instalación de su marca en varios sitios a la vez y no solo en uno como antaño, seduce y logra el efecto de mantener relaciones antiguas e iniciar nuevas.

Pero todos quienes se iniciaron en la industria de la información el siglo pasado o incluso antes, tienen bien aprendido que toda transformación con visión de futuro que con mayor o menos éxito se haya emprendido está subordinada a un factor excluyente, cual es el de la credibilidad. Sin ella el mayor esfuerzo o la más generosa inversión tendrá el inevitable final del olvido y la extinción.

Que los consumidores busquen en sus páginas, web u otras plataformas la información con aroma a “Fake News” que anda circulando, para establecer con certeza si es real o no, es el indicador Premium no solo de lealtad sino sobre todo de confianza. Quienes lo hayan logrado pueden estar seguros que los dinosaurios de la prensa, vestidos con nuevas prendas, tienen aún larga vida, con olor a tinta o no.

Para otro momento quedará seguramente el análisis de cómo se escriben hoy las noticias respecto a la manera en que lo hacíamos hace un par de décadas. A la pirámide invertida la han puesto en su posición normal dicen algunos. ¿O lo académico y normal era lo anterior? Es lo que plantea el periodismo del siglo

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