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​ LA REIVINDICACIÓN DEL PERIODISMO LENTO/SLOW JOURNALISM, PARA CONSTRUIR UN NUEVO MODELO DE COMUNICACIÓN SOSTENIBLE

MANUEL SÁNCHEZ HURTADO

LA REIVINDICACIÓN DEL PERIODISMO LENTO/SLOW JOURNALISM, PARA CONSTRUIR UN NUEVO MODELO DE COMUNICACIÓN SOSTENIBLE

Establecer una estrategia de comunicación sostenible es un paso clave para construir un nuevo modelo de comunicación, utilizando las herramientas adecuadas a esa forma de informar. El objetivo, a medio y largo plazo, es establecer una cultura periodistica regida por el respeto, la transparencia y la responsabilidad. Esa nueva cultura favorecerá la puesta en marcha de una infraestructura sostenible, es decir eficiente, segura y con la tecnología adecuada.

Pero por encima de todo el factor clave para construir un nuovo modelo es el tiempo. O mejor dicho, la consideración que tenemos del tiempo nuestro y del público, en una coyuntura en la que está arrinconado por la precariedad y la velocidad que impone el mercado.

En defintiva, se puede construir un nuevo modelo de comunicacion sostenible si se trabaja en un periodismo lento, basado en una relación directa y bidireccional con los lectores, los oyentes, los televidentes. En este periodismo, el tiempo es la única y verdadera riqueza. De ahi se desprenderán – y acompañaran a ese valor fundante – la confianza, la honradez, la gratitud, la responsabilidad, y en definitiva una actitud ética sólida.

El periodismo lento es una respuesta a la hiperaceleración del mundo en las noticias, tanto desde el punto de vista de los productores como de los consumidores. Es una forma de periodismo que reivindica la necesidad de “tomarse su tiempo”, que subyace tanto en la fórmula del periodismo de investigación como en las otras formas de informar como el nuevo periodismo o el periodismo literario. Pero es sobre todo un enfoque, inspirado en la fórmula “bueno, limpio y justo” del movimiento slow food.

Por “buena” se entendería una búsqueda minuciosa de información relevante para una sociedad concreta. Estaría bien producido y “beneficiaría a la cultura” por su característica de calidad. El periodismo “limpio” sería ético y no corrompería ni abusaría de las comunidades en las que se practica. Evitaría los estereotipos y “apoyaría la sostenibilidad de los ecosistemas y los medios de subsistencia, la justicia social y desarrollaría el sentido del destino compartido de una comunidad”. Por último, “justo” haría referencia a un periodismo solidario, que pusiera los medios de comunicación al alcance de la comunidad y garantizara unas condiciones de trabajo no explotadoras.

Puede parecer un modelo demasiado ideal, pero ya hay periódicos que llevan varios años haciendo ese tipo de informacion. Los ejemplos más famosos son el periódico holandés De Correspondent, el inglés Delayed Gratification y el danés Zetland. En el panorama italiano existen algunos ejemplos comparables al modelo “lento”: Valigia Blu e Internazionale sobre todo. En España existe Jot Down Cultural Magazine.

Desde el punto de vista de la producción de noticias, esto significa aspirar a un periodismo que sea preciso, verificable y rastreable por los consumidores, ya que se inspira en principios de transparencia, relevante para una comunidad concreta, producido en un espacio independiente o alternativo y colaborativo. Desde la perspectiva del consumo de noticias, significa adquirir el papel de consumidores críticos, capaces, entre otras cosas, de cuestionar las noticias que prometen soluciones sencillas a problemas complejos, de desconectar los canales de todo-noticias siempre que sea posible, de comprar parte de las noticias que uno consume y de ejercer, en defintiva, la libertad de expresión.

Pero ¿cómo es compatible el modelo “lento” con un mundo que corre cada vez más rápido? ¿Por qué merece la pena? Tenemos que encontrar tiempo para bajar el ritmo, como editore y como consumidores. O ni siquiera sabremos lo que nos estamos perdiendo.

¿Cómo se explicaría esta necesidad a un redactor jefe que quiere contenidos, contenidos, contenidos en un bucle continuo?

La idea que subyace al movimiento slow news es que tenemos que cuestionar ese modelo de hacer información. Es algo que también se hace desde el sistema de noticias. Y una de las formas de cuestionar ese modelo es, para quienes son productores/editores de información, admitir que los consumidores están al límite de su capacidad de atención. Lo cual es un problema a ambos lados del mostrador: las noticias se producen en un ciclo continuo que no consigue captar la atención de una audiencia que está desbordada.

Año tras año, se ve que muchas mas gente no lee los periódicos, no ve las noticias en la televisión, no escucha las noticias en la radio. Y así es en todo el mundo, y en todo el mundo los redactores jefe, y los editores y más aún los redactores, tienen el problema de cómo captar la atención del público.

Si pudiéramos frenar un poco, diferenciarnos de la mezcolanza de información que por tantas razones les es ajena, quizá podríamos captar su atención.

El periodismo lento es, sin duda, periodismo de calidad. Sin embargo, ¿significa esto también que puede convertirse en periodismo “de lujo”? El giro hacia la información “rápida” ha ampliado de hecho las posibilidades de informarse: antes para quienes no tenían tiempo ni forma de leer un periódico y se “servían” de la televisión, ahora para quienes se hacen un hueco informativo mientras viajan en autobús o tren en lugar de perpetuar el ritual de cenar frente al televisor. Está claro que siempre ha habido y habrá usuarios de la información más “equipados” cultural y tecnológicamente para gestionar su relación con la información y usuarios “más pobres”. Pero, ¿es posible que la difusión del periodismo lento cree una mayor “discriminación” entre los consumidores de información?

Creo que el mundo de la información ya está creando más distancia en el paisaje contemporáneo, por lo que existe una “nueva élite de la información”, al igual que existen élites en un sentido más amplio.

¿Cómo animar a las personas que tienen una relación superficial con las noticias a que le dediquen más tiempo? Tal vez quieran comprender los problemas más a fondo. Tal vez exijan un análisis de mayor calidad. No estoy seguro de que tengamos éxito en esta tarea. Pero nos corresponde a nosotros, como periodistas y editores, averiguar cómo podemos hacer que la información vuelva a ser un contenido “valioso”, o al menos de interés para sus usuarios. Esto es mucho más fácil para quienes se dedican al mundo del espectáculo, pero el objetivo al final es el mismo: nuestro público debe creer que disfrutar de lo que producimos enriquecerá sus vidas.

Como se dice en el manifiesto del Slow Journalim en Italia, hay que reinvindicar algunas actitudes que harán que, efectivamente, el periodismo y la comunicación sean sostenibles:

– Si una historia no interesa a quien escribe, dificilmente interesará al lector, al oyente, al televidente.
– El periodista es una voz narrante, no un selfie. Si hay mas ego que información, entonces estamos ante literatura. O simplemente presunción.
– Escribir es explicar el sentido de una historia, no juzgar. El que juzga es el lector.
– De lo que no se sabe, mejor no escribir. Si alguien lo ha escrito mejor, haz un link, y citalo.
– Sin la confianza de quien lee, el que escribe no es nadie.

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